Todo lo que nos dejó Maradona… más allá del fútbol

Todo lo que nos dejó Maradona… más allá del fútbol
Maradona fue una leyenda más allá del fútbol. FOTO: https://sp.depositphotos.com/

Hay personalidades y personalidades dentro del mundo del fútbol, pero pocos, por no decir ninguno, pueden presumir de haber sido inspiración de Andrés Calamaro y protagonista de un artículo de Mario Vargas Llosa. Ninguno a excepción de Diego Armando Maradona, muso del corte número 10 del álbum Honestidad brutal y numen del escritor peruano, él cual lo definió como “el Pelé de los años ochenta. ¿Un gran jugador? Más que eso: una de esas deidades vivientes que los hombres crean para adorarse en ellas”.

Y es que el jugador argentino era más que un referente en el fútbol, era toda una figura mundial. ¿Una de las grandes razones? Las frases que soltaba entre partido y partido.

LOS ORÍGENES DE MARADONA: EL NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

Los comienzos de Maradona se dieron en Lanús. “Crecí en un barrio privado… privado de luz, de agua, de teléfono…”, bromeaba el jugador. “Si se podía comer, se comía y si no, no”. 

Comenzó jugando en el Fiorito, pero no tardó mucho en llamar la atención de los más grandes entrenadores. “De golpe salí de Fiorito y fui a parar a la cima del Universo. Allí me las tuve que arreglar yo solo”. En su autobiografía Yo soy el Diego recuerda con nitidez el momento en el que recibió su primera pelota. “Fue el regalo más lindo que me hicieron en mi vida… yo tenía tres años y dormí abrazándola toda la noche”.

Sus primeros logros vinieron pegados a la sombra de numerosas críticas, que el jugador esquivaba advirtiendo que “la gente tiene que entender que Maradona no es una máquina de dar felicidad”. Aquellos primeros detractores no fueron capaces de romper las ilusiones de un joven Maradona, que en sus primeras declaraciones en TV no tuvo pudor en reconocer qué esperaba de su carrera como futbolista: “Mi primer sueño es jugar el mundial. El segundo, salir campeón del Mundial”. “Yo sentía que podía ganarle al mundo”, aseguraba el argentino. 

Y eso intentó hacer en su primer Mundial con la absoluta, el del 82. Argentina pretendía llegar a España y hacerse con el trofeo sin dificultades, pero nada más lejos de la realidad. “Llegamos a España con la idea de que ya habíamos ganado la Copa. Solo que nos olvidábamos de un detalle: para ganar, primero hay que jugar”. 

La albiceleste, además de caer eliminada ante la nueva defensora del título mundialista: Italia, dejó por el camino a Maradona, que terminó quedándose en España para formar parte de las filas del FC Barcelona. 

SU PASO POR ESPAÑA

Su aterrizaje en el Camp Nou no fue como esperaba. “Barcelona es el mejor club del mundo pero un lugar horroroso. Nunca dejan que te olvides que eres un sudamericano”, reconoció.

Ni siquiera la Liga llegó a gustarle. “Los defensas en España te mataban a codazos y a patadas. A mí me pegaron hasta en la lengua”, protestaba el jugador. Se notaba que aquel no era su sitio. Y así se lo hacía saber al entrenador, que por aquel entonces Cesar Luis Menotti. “Sé que Bernd tiene cosas que yo no tengo, aunque yo las aprenderé; pero las que yo tengo él no las va a poder aprender” aseguraba el argentino sobre su compañero Bernd Schuster. Él estaba hecho de otra pasta. Y es que Maradona mamó el fútbol de la calle. Como casi todos los genios. 

“Yo soy más… más Madrid. Por la mala relación con José Luis Núñez y porque allí arranca mi relación con la droga”.

LA CONSAGRACIÓN DE MARADONA EN  LA SERIE A

Así que, abandonó el FC Barcelona para irse a la Serie A. Concretamente a un club del que no sabía nada. “Para mí Nápoles era algo italiano como la pizza y nada más”. “Me dieron el historial del club cuando ya había firmado contrato. Ahí me enteré de que en las últimas tres campañas había estado peleando el descenso”. Sin embargo Maradona ya  había llenado San Paolo sin jugar

Esta vez las cosas se iban a hacer a su manera y nada más conseguir un hueco entre sus compañeros dio al presidente, Corrado Ferlaino, la clave del éxito: “Compre a 3 o 4 jugadores y venda a los que la gente silba. Cuando yo le doy la pelota a uno y lo silban… chau. Y si no, piense en venderme a mí, porque yo así no me quedo”.

La directiva le hizo caso y el Nápoles empezó a mejorar su rendimiento, llegando al nivel del Verona (vigente campeón del Scudetto en por aquel entonces primer año de Maradona en Italia), primer rival del argentino en la Serie A. “Debutamos de visitantes contra el Verona y nos recibieron con una pancarta que me hizo entender de golpe que nuestra batalla no era solo futbolística: BIENVENIDOS A ITALIA”.

“Di a Nápoles cosas que ellos no tenían… tacos, gambetas y títulos, pero también, y más que nada, orgullo”.

DE “COMO…” A “SER…” DIOS

A Maradona ya solo le faltaba una cosa: el título mundialista. Corría el año 1986 y la albiceleste viajaba a México con el único propósito de hacerse con aquel trofeo.

Aquella Copa del Mundo, más allá de frases célebres, dejó el que quizá sea el gol más recordado de la historia: el de “la manita”.  Una actuación sobre la que Maradona declaró: “Yo no la toqué, fue la mano de Dios”. El 10 afirma que “nadie se dio cuenta en el momento”. “Me tiré con todo, ni yo sé cómo hice para saltar tanto… El defensa Fenwick empezó a pedir mano, no porque la hubiera visto, sino porque no entendía cómo podía haberle ganado el salto al arquero”. 

Quién sí pareció haberlo visto fue otro, afortunadamente de su equipo. “Valdano me hacía así: schhh…con el dedo en la boca, como si fuera una foto de una enfermera en un hospital” comentó años después, entre risas, Maradona. “El gol fue totalmente legítimo. El árbitro lo convalidó y yo no soy quién para dudar de la honestidad del árbitro”. 

Pero poco tiempo iba a pasar para que Maradona redimiese su pecado ante los ojos del mundo. Un tanto considerado “El gol del siglo”. Incluso el seleccionador inglés, sir Bobby Robson reconoció: “El primero lo marcó con la mano, pero el segundo valió por dos”.

“Cuando vuelvo a ver el gol, me parece mentira haberlo logrado. Es el gol soñado. Yo en Fiorito soñaba algún día con hacer un gol así… y lo hice en un Mundial, para mi país y en una final”, reconoce orgulloso Maradona.

Su amor por el fútbol era real. Un auténtico flechazo. “Jugar me da una paz única. A mí dame una pelota y me divierto… eso hacíamos en Fiorito y eso mismo hice siempre, aunque estuviera jugando ante 100.000 personas”.

LAS PELEAS DE MARADONA

Considerado un Dios por muchos y un diablo por otros, Maradona era de esos huesos duros de roer. Su hilo fino no enhebraba en todas las agujas, algo que, sumado a su sinceridad ante los medios, le trajo muchas disputas. “Si tuviera que hablar de todos los personajes con los que me he peleado, necesitaría una enciclopedia de esas que venden por fascículos”. “Yo no me callaba nada. Si estaba seguro de lo que sentía, lo decía. ¿Y qué? ¿Por qué no iba a hacerlo? ¿Por que había salido de Fiorito? ¡Las pelotas!”

Su máximo rival conocido en el mundo del esférico fue Pelé. “A Pelé ya le gané. Ahora que vuelva al museo” dijo Maradona en pleno Mundial de Sudáfrica 2010. “A mi se me juzgó por los 12 años que jugué en Europa, algo que Pelé no hizo. Seamos serios, no me comparéis más con él”.

Pero el 10 apuntaba alto y también le hacía frente a los máximos dirigentes de fútbol mundial. “El fútbol debería ser gestionado por los futbolistas; los dirigentes solo desean robar el dinero de los clubes y salir en la foto”. “Los dirigentes de Boca son más falsos que un dólar celeste”. “Los directores de River son como sus jugadores, lo único que saben hacer es rasguñar”.

Incluso el Papa terminó salpicado por su piquito de oro. “Me peleé con el Papa porque fui al Vaticano y vi los techos de oro. Y después escuché al Papa decir que la Iglesia se preocupaba por los chicos pobres. Pero ¡vendé el techo, fiera, hacé algo!”

LA CAÍDA DE UNA LEYENDA

En un discreto partido de liga contra el Bari, Maradona dio positivo en cocaína y fue sancionado durante 15 meses. El argentino regresó a casa, a Buenos Aires, donde el escándalo fue en aumento tras ser detenido por posesión de narcóticos. Tras su puesta en libertad declaró: “He sido, soy y seré adicto a las drogas”. “No soy el mejor ejemplo, pero tampoco tan malo como me pintan; lo que pasa es que tengo los huevos suficientes para contarle mi enfermedad a la gente”. “Solo pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo”. “Si Jesucristo se equivocó, ¿por qué no puedo equivocarme yo también?”

Un vicio que le alejó incluso de su competición fetiche. Argentina cayó derrotada en octavos de final ante Rumania en el Mundial de USA 94, y con ella se derrumbó la carrera de Maradona. El guaje fue suspendido otros 15 meses. “La FIFA me cortó las piernas justo cuando tuve la oportunidad de demostrar a mis hijas que podría jugar con chicos de 20 años”.

Pese a sus adicciones, idas y venidas, Maradona aseguró en su despedida que “El fútbol es el deporte más sano y más lindo del mundo, que nadie tenga la menor duda. Porque se equivoque uno no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoque y pague…”, y seguramente la que sea su frase más famosa, “…pero la pelota no se mancha”.  

Maradona fútbol
Diego Armando Maradona 1960-2020. FOTO: sp.depositphotos.com/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *