Adriano Leite, “El Emperador” de Brasil
Última modificación marzo 5, 2023 por Redacción Fesp
Son muchos los jugadores que llegan a la élite con la premisa de convertirse en todo un referente del fútbol mundial. Desgraciadamente, también son muchos los que ven su carrera truncada por lesión, falta de disciplina, depresión o malas decisiones. Y si hay alguna leyenda que pudiera ser considerada el cóctel perfecto de todas ellas ese sería Adriano Leite.
Adriano Leite ,de relevo de Ronaldo a desaparecer entre favelas
Adriano Leite Ribeiro, conocido en el mundo del fútbol como Adriano, nació el 17 de febrero de 1982 en Río de Janeiro, concretamente en una de las favelas más peligrosas de la ciudad. Pese a ello, recuerda haber tenido una infancia feliz, en la que su mayor pasatiempo era jugar a la pelota.
La potencia física, los energéticos disparos con la zurda y las intensas arrancadas. Sin duda las tres cualidades que cualquiera que le vio jugar recuerda de él. Incluso desde niño. Es por eso que su familia, viendo el talento que tenía, lo inscribió en una escuela de su barrio, en la cual no tuvo que pasar mucho tiempo para que un equipo se interesase en él.
Los inicios de Adriano ‘El Emperador’ en el mundo del fútbol
El Clube de Regatas do Flamengo le fichó en 1997 con la premisa de convertirlo en una estrella. En sus inicios comenzó jugando como lateral izquierdo, pero su potencia y definición le hicieron reubicarse rápidamente como delantero centro. Una nueva posición en la que desató todo su potencial y por la que recibió la llamada de la Selección Brasileña en 1999 para el Mundial sub-17.
Aquel equipo juvenil se alzó con el trofeo mundialista y encumbró a Adriano como una de las mayores revelaciones de la competición, lo que le llevó en el año 2000 a debutar con el primer equipo Flamengo. Además, esa misma campaña conquistó el Sudamericano sub-20 con Brasil y logró alcanzar su sueño: jugar con la absoluta de la Canarinha.
La carrera del delantero carioca empezaba a despegar y tras solo un año en la élite, en el que anotó 12 goles en 46 partidos, un equipo europeo ya le había echado el guante.
La llegada a la Serie A
Es así como un joven Adriano de 19 años aterriza en un Inter de Milán repleto de personalidades consolidadas. Algo que terminaría jugando en su contra pues, pese a comenzar con buen pie anotando en su debut un golazo por la escuadra, la competencia era real y las posibilidades de ser el atacante titular eran irrisorias. Por lo que, tras marcar 1 gol en 14 partidos, Adriano se fue cedido a la Fiorentina, donde acabaría la temporada con 5 goles en 15 encuentros.
En la temporada 2002/03 el Inter llegó a un acuerdo con el Parma Calcio para traspasar el 50% de los derechos de Adriano a cambio de 14,5 millones de euros y el pase de Matías Almeyda. Todo un acierto. Y es que, en el Ennio Tardini Adriano encontró su lugar, completando una espectacular campaña con 17 goles en 31 partidos. Una racha que el carioca replicó en el inicio de la siguiente temporada, sumando 10 tantos en 13 partidos, y que le llevó a ser llamado otra vez por el equipo neroazzurro.
La coronación como el ‘Emperador’
Los de Milán pagaron más de 23 millones por recuperar a su estrella en el mercado de invierno. Y Adriano, lejos de desinflarse, siguió cosechando triunfos con la camiseta interista. Había alcanzado un nuevo nivel de juego, parecía imparable. Sus disparos y sus arrancadas lo convirtieron en uno de los jugadores del momento ya que, tal como se decía en ese entonces, tenía “la capacidad goleadora de Ronaldo, la fuerza de Ibrahimovic y la potencia de disparo de Roberto Carlos”. El Brasileño acabó aquella campaña marcando 12 goles con el Inter, lo que le coronó con el apodo de “Emperador”.
Siendo ya toda una figura consolidada en el Calcio, solo faltaba un objetivo: hacerse el hombre de confianza de la Selección Brasileña. En el verano de 2004, Carlos Alberto Parreira lo convocó para jugar la Copa América de Perú, donde fue titular indiscutible tras convertirse en el mejor jugador del torneo y máximo goleador con un total de 7 tantos. De ellos, destaca uno en el tiempo de descuento en la final contra Argentina que le sirvió a Brasil para llegar a la tanda de penaltis.
Adriano no tenía techo como futbolista y los éxitos parecían venir solos. La 2004/05 fue la temporada de su vida. El atacante marcó 28 goles en 42 partidos y logró su primer título en Europa tras conquistar la Copa de Italia. Actuaciones espectaculares que siguió repitiendo en el verano de 2005, cuando volvió a dejar huella con la camiseta de su país. Brasil se proclamó aquel año campeón de la Copa Confederaciones, un título que elevó a Adriano a lo más alto, siendo nombrado otra vez MVP del campeonato y máximo goleador con 5 goles.
El inicio del fin
En su regreso a Italia el 4 de agosto de 2004, desgraciadamente, el delantero recibió la noticia de la muerte de su padre Almir. “Lo vi llorar, tiró el teléfono y comenzó a gritar que no era posible. Desde esa llamada no volvió a ser el mismo. No lo sacamos de la depresión”, reveló en su momento Javier Zanetti, excompañero. “Después de ese día, mi amor por el fútbol nunca volvió a ser el mismo. Me deprimí mucho, hombre. Empecé a beber mucho. Realmente no quería entrenar. Sólo quería ir a casa. A pesar de que marqué muchos goles en la Serie A durante esos pocos años, y aunque la afición realmente me amaba, mi alegría se había ido”, explicó en una carta escrita por él para The Players Tribune.
Tras ese duro golpe, y tal y como cuenta el propio Adriano, el fútbol siguió regalándole alegrías. En aquella campaña de 2005/06 contribuyó con 18 goles al triplete de su equipo que se hizo campeón de la SuperCopa, la Copa de Italia frente a la Roma y del Scudetto tras el estallido del Calciopoli.
Sin embargo, todo era fachada. Y es que pese a copar las portadas de todos los periódicos y ser el jugador emblema del videojuego del momento (PES 6), en 2006 se hundió en el alcoholismo e incluso lo declararon con problemas de drogas. El propio jugador llegó a confesar que llegaba completamente ebrio a los entrenamientos y que tenía que quedarse durmiendo en la enfermería.
En el verano de 2006 acudió a jugar el Mundial de Alemania pero, a pesar de tener un equipazo, la prepotencia y la falta de disciplina del delantero llevó al equipo a caer en cuartos ante la Francia de Zidane. Una nueva decepción que lo hundió aún más en el pozo de descontrol en el que estaba sumido. Adriano, ‘El Emperador’ empezó a bajar su rendimiento y entró en una depresión que le hizo descuidar su físico, salir por las noches y beber para olvidar.
Tal y como reflejaban los resultados, su rendimiento comenzó a resentirse, y en la 2006/07 únicamente marcó 7 goles en 30 partidos. A pesar del declive de Adriano, el Inter volvió a ganar la SuperCopa y la Liga, pero la directiva acordó el regreso del jugador a su país.
La vuelta de Adriano a sus raíces
Adriano volvió a Brasil con el objetivo de relanzar su carrera en el Sao Paulo, donde completó un gran torneo al terminar la temporada marcando 17 goles en 29 partidos. El “Emperador” parecía estar listo para resurgir de sus cenizas y regresar al Calcio, pero topó con los estrictos métodos de Mourinho.
Adriano regresó a Italia, donde jugó de forma intermitente en la 2008/09. Pero la falta de obediencia y la impuntualidad llevaron al jugador a ser descartado por el técnico portugués. Una decisión que llevó al carioca al límite, llegando incluso a anunciar su retirada del fútbol el 10 de abril de 2009.
Tras un mes sin jugar, el Flamengo le convenció para regresar a Río de Janeiro y redimirse definitivamente. Una nueva etapa con aquellos que le vieron nacer en la que ganó el Brasileirao y alcanzó el promedio goleador más alto de su carrera: 0,70 goles por partido (34 goles en 48 partidos). Los números hablaron por sí solos y la Serie A volvió a reclamarle.
El “Emperador” fichó por la Roma a fin de recuperar su trono, pero su paso por el Coliseo Giallorossi no resultó como esperaba. Adriano solo jugó 8 partidos en la temporada y terminó rescindiendo su contrato en 2001 sin ningún gol con los rojiamarillos. Además, su trayectoria irregular le alejó definitivamente de las convocatorias de la absoluta, con la que jugó su último partido en 2010, deteniendo su contador mundialista con 48 partidos y 27 goles.
Tras dejar Europa fichó por el Corinthians, pero una grave lesión en el Tendón de Aquiles y una operación en el hombro, le apartaron de los terrenos de juego 5 meses. En su regreso, y a pesar de que su equipo se hizo con el Brasileirao, su nivel fue desilusionante (11 partidos y 3 goles). Y tras tener varios problemas con las drogas en 2012, Adriano acabó marchándose del club.
El fin de una estrella
La vida de aquel niño brasileño que soñaba con ser futbolista estaba descontrolada, y las malas compañías estaban destruyendo su carrera. Por lo que tras varios intentos, uno en el Club Athletico Paranaense y otro en el Miami United Football Club (en el que jugó tras comprar el 40% de la entidad), dejó definitivamente el fútbol.
En mayo de 2016, a los 34 años de edad, Adriano ponía punto y final a su carrera futbolística. Fin a 16 años en los que recolectó 197 goles en 427 partidos y 15 títulos que quedarán para el recuerdo. Una leyenda que se retiró joven y que volvió a casa, a sus favelas, asegurando ser “uno de los futbolistas más incomprendidos del planeta”.